“El 30 de mayo, se aprobó en el Congreso de los Diputados la ley de amnistía que tanto ruido ha provocado y que para algunos se convirtió en el peor día de la historia de España, frase demasiado rimbombante y falta de sentido si tenemos en cuenta todas las cosas terribles que este país ha vivido sin tener que retroceder mucho en el tiempo”.

 

No es extraño que tus propios sollozos te saquen de un mal sueño, como tampoco lo es que no quieras moverte de ese sueño reconfortante sin malos ni pesadillas.

La vida es un poco así y en ocasiones las cosas se retuercen tanto que desearías estar en otro lugar, lejos, y en otras las cosas son tan sencillamente fantásticas que querrías detener el tiempo, pero de la misma forma que no hay mal que dure cien años tampoco hay bien que lo haga eternamente.

El pasado jueves, 30 de mayo, se aprobó en el Congreso de los Diputados la ley de amnistía que tanto ruido ha provocado y que para algunos se convirtió en el peor día de la historia de España, frase demasiado rimbombante y falta de sentido si tenemos en cuenta todas las cosas terribles que este país ha vivido sin tener que retroceder mucho en el tiempo. Es curioso de qué forma esta ley es sueño y pesadilla porque así lo han determinado los gurús que dirigen las formaciones políticas en España y que no aciertan a entender que el tiempo dirá y juzgará y que no cabe duda de que todos los pasos que ha ido dando el gobierno de Sánchez con relación a Cataluña han ido en una dirección: el retroceso del independentismo tal y como vimos en las últimas elecciones, algo que ni el Partido Popular ni VOX parecen ver o leer y por eso es mucho más fácil seguir colgados en la retahíla de una ruptura anunciada y en los entresijos de la mujer de un presidente que si es culpable la justicia lo dirá y las palabras pronunciadas y los veredictos enunciados serán la hoguera donde todo pretende ser quemado sin opción siquiera a la duda.

Hay una cosa de los sueños que me fascina y es cuando no se distinguen de la realidad y no sabes exactamente si estás soñando o eso sobre lo que estás fantaseando es la realidad, aunque sabes perfectamente que no lo es, pero es dulce y no amarga, y te acurrucas y no piensas, pero sientes y no lloras y cuando la moneda se gira y la realidad lo advierte y el frío te revienta el costado entiendes que es hora de afrontar las nuevas horas y negar al sueño su momento de magia quebrada. Con la ley de amnistía sucede algo semejante al ser sueño para unos y pesadilla para otros y mientras uno la visten con lazos de esperanza y bienaventuranza, los otros reniegan de su esencia por considerar que el perdón solo tiene un dirección y jamás puede ir en la dirección de aquellos que por un instante soñaron con ser independientes en un acorde de frágil puerilidad en un mundo tan intercomunicado y globalizado.

Publicado en El Periódico de Aragón el 1 de junio de 2024.