“…el éxito ciclópeo, homérico, de El infinito en un junco, se explica desde luego porque es un grandísimo libro. Pero ese mismo libro, en manos de otro escritor o escritora, no habría logrado tal vez la resonancia mundial que ha obtenido. ¿Por qué? Pues porque Irene va a los sitios y se mete en el corazón a todos, se gana a todos por esas cualidades de las que hemos hablado y que se perciben a los cinco minutos de estar con ella”.
Hace años vino a Zaragoza un conocido y reputado escritor de novela negra. Como hemos hecho con tantos, lo agasajamos, le dimos cariño y nos lo llevamos a cenar. Estuvo en la cena desagradable e impertinente. Un maleducado en toda regla, de manual. Juramos que nunca más. Por muy buen escritor que aquel fuera, por mucho talento que tuviera, no estábamos para desperdiciar la vida al lado de engreídos y arrogantes. A partir de entonces, exigiríamos a cualquier gran escritor que nos visitara que, a la vez, fuera un buen tipo. Y si no, que lo aguantara Rita la cantadora.
Todo esto viene a cuento porque en el polo opuesto a aquel sujeto se encuentra nuestra Irene. Irene es una grandísima escritora y a la vez una persona entrañable. Yo querría hacer un somero repaso de sus muchas cualidades personales, hacer una Vallejiana (al modo de la Barojiana que Benet, Castilla del Pino, Vázquez Montalbán y otros hicieron con Baroja), una oda a Vallejo, como Alberti escribió su oda a Platko, con la diferencia de que ni yo me parezco en nada a Alberti, ni Irene creo que llegue a ser nunca portera de fútbol húngara.
Me quedaré corto glosando las cualidades personales de Irene, pero voy a intentarlo:
La CALIDEZ. Irene es cálida en sus miradas, en sus gestos, en sus palabras, en sus abrazos. Frente a la frialdad y distanciamiento de algunos, Irene se gana a todos por su calidez.
La BONDAD, que es revolucionaria. Nada desarma más al enemigo que la bondad. Lejos de los que creen que la bondad es cosa de simples o necios, Irene esparce bondad y practica la bondad. Y a nuestras edades ya sólo queremos gente buena a nuestro lado. A los tóxicos, por muy inteligentes que sean, los queremos lejos. Sólo nos causan malestar, problemas y amargura. Irene, por el contrario, sólo transmite buen rollo y armonía.
La GENEROSIDAD. Generosidad con todos, y especialmente, como las personas de bien, con los más humildes. Recientemente le propuse a Irene, por sugerencia de sus promotores, participar en un proyecto literario a nivel nacional en el que había prestigio y hasta un poquito de dinero. Irene declinó la invitación porque le era imposible dedicar unas pocas horas a aquella aventura de la que hubiera salido una hermosa y delicada publicación y obtenido no poca presencia en los medios. Sin embargo y a la vez, Irene dedicaba muchas más horas de las que hubiera invertido en aquel proyecto a viajar a un instituto de Épila para hacer felices a alumnos y profesores (doy fe porque estuve con ella) o a desplazarse hasta Alcorisa para participar en una humilde -pero muy querida por muchos- Semana Cultural (dará fe Antón Castro, que estuvo con ella). Se quitó tiempo de algo que le hubiera reportado un claro beneficio literario para dedicárselo a las gentes humildes y sencillas de nuestros pueblos. Pero ella sabía que, siendo generosa, el rédito personal que iba a obtener era mucho mayor.
La HUMILDAD. Pese a su éxito estratosférico, Irene sigue siendo la misma. Triunfar no la ha cambiado. Conocemos unos cuantos a los que el éxito los hace peores, porque no saben digerirlo, y se vuelven locos de vanidad. Y a otros, en cambio, el éxito los hace mejores, porque valoran lo que han conseguido, dan gracias a la vida por haberles permitido llegar a lo más alto y disfrutan -y comparten con sus amigos- de lo mucho conseguido. Irene, claro, es de éstas últimas.
La CERCANÍA. Irene tiene también esa virtud, que hace que cualquier persona, la más sencilla, se sienta próxima a su lado. No hay distancia, no coloca barreras, todos se sienten cómodos junto a ella, como uno más.
La EDUCACIÓN. Irene es una persona educada. En estos tiempos de crispación, la apuesta por la educación es decisiva. La educación, lo hemos dicho muchas veces, no es de derechas ni de izquierdas, sino una herramienta de la que nos dotamos para convivir, un proceso de aprendizaje del mundo. Irene es educada, respetuosa y tolerante, sabe propiciar la convivencia entre diferentes y el diálogo entre quienes piensan distinto. Ser hoy educada en este mundo medio enloquecido es un activo impagable. E Irene lo es.
El COMPROMISO. Porque Irene, que es como hemos visto cálida, buena, generosa, humilde, cercana y educada, no es una mujer que mire el mundo desde su torre de marfil. Es una mujer de su tiempo, una mujer comprometida, y ahí está su defensa militante del feminismo y de la igualdad de hombres y mujeres en el mundo de la cultura desde la asociación ‘Clásicas y modernas’, o su participación en las concentraciones en defensa de nuestras montañas.
Su condición de MADRE EJEMPLAR, que llega al corazón de todos. Esto, que parece una obviedad (querer a tus hijos y desvivirte por ellos), no siempre es así. En este ambiente de cultura en el que estamos no tengo necesidad de explicar que grandes escritores como Pablo Neruda o Arthur Miller no fueron precisamente padres ejemplares cuando surgieron problemas. Pedro Mora Vallejo ha tenido la suerte de tener una madre y un padre ejemplares.
La FE en sus posibilidades, la PERSEVERANCIA y la AMBICIÓN necesarias para creer en sí misma y vencer todas las dificultades que le puso la vida, que no fueron pocas.
La LEALTAD y el SABER SER AGRADECIDA. Irene no olvida y es leal a sus amigas y amigos de siempre, que hoy le acompañáis aquí. Quien os habla, en compañía de Julio Cristellys, le presentó su primera novela, La luz sepultada, editada en una editorial muy pequeñita y periférica, y la animó siempre a seguir escribiendo porque sabía que ahí había una enorme escritora. Pues bien, Irene, pasados los años, no desaprovecha ocasión de recordarlo y de mostrar agradecimiento. No tenía por qué hacerlo. Nada le obliga a hacerlo. Ni hice nada, ni nada me debe. Y, sin embargo, siempre quiere recordar a aquellos que creyeron en ella en sus comienzos. Conocemos a muchos, en todos los ámbitos de la vida, que cuando llegan a lo más alto se olvidan de quienes les ayudaron cuando empezaban. Irene por el contrario nunca los olvida y en su discurso de recepción del Premio Aragón en la Aljafería los fue recordando y nombrando uno a uno: Guillermo Fatás, Encarna Samitier, Antón Castro, yo mismo…
Otra gran cualidad de Irene ha sido su HABILIDAD Y ACIERTO a la hora de encontrar pareja. Kike Mora sólo hay uno en la ciudad e Irene lo pilló.
Y finalmente, por supuesto, entre sus cualidades están su ENORME TALENTO y su gran FORMACIÓN INTELECTUAL, sin los que nunca hubiera podido escribir El infinito en un junco. Pero quiero terminar con una pequeña reflexión: el éxito ciclópeo, homérico, de El infinito en un junco, se explica desde luego porque es un grandísimo libro. Pero ese mismo libro, en manos de otro escritor o escritora, no habría logrado tal vez la resonancia mundial que ha obtenido. ¿Por qué? Pues porque Irene va a los sitios y se mete en el corazón a todos, se gana a todos por esas cualidades de las que hemos hablado y que se perciben a los cinco minutos de estar con ella. No podría haber encontrado Siruela mejor embajadora para el libro. Por eso, sin quitarle un ápice de valor o importancia, desde luego, a El infinito en un junco, una parte de su éxito se debe quizá al valor añadido que le da la propia Irene con su talante y su forma de estar en el mundo.
Larga vida a Irene. Vivan los buenos escritores; y mejor, mucho mejor, si son escritores buenos como nuestra premiada. Muchas gracias.
Discurso leído en el acto de entrega del Premio de las letras aragonesas el 31 de mayo de 2024.