“Apoyando la cultura no solo es posible ofrecer, desde la óptica económica neoclásica, bienes públicos y preferentes y favorecer que surjan externalidades positivas, sino que además, siguiendo al Nóbel Amartya Sen, se consigue que las personas podamos desarrollar nuestras capacidades de forma plena”.
Las economías de los países desarrollados hace varias décadas que están alejadas del capitalismo liberal que prevaleció hasta los años treinta del siglo pasado. Tenemos un modelo mixto, fruto del consenso entre la socialdemocracia y el liberalismo en la postguerra.
El gasto público oscila en estos países en torno al 50 por ciento del PIB. Podría decirse que nuestra economía es mitad mercado y la otra mitad sector público. Los gobiernos subvencionan muchas actividades. En términos políticos se dice que se hace por razones de interés general y en términos económicos para corregir fallos de mercado o favorecer el desarrollo. Últimamente, sin embargo, las críticas se focalizan hacia las subvenciones a la cultura, y algunos gobiernos han comenzado a recortarlas.
Apoyando la cultura no solo es posible ofrecer, desde la óptica económica neoclásica, bienes públicos y preferentes y favorecer que surjan externalidades positivas, sino que además, siguiendo al Nóbel Amartya Sen, se consigue que las personas podamos desarrollar nuestras capacidades de forma plena. Se fustiga a los cineastas por recibir subvenciones, pero nadie cuestiona las que reciben las empresas. Las subvenciones a una sola empresa, Stellantis, para la fabricación de vehículos eléctricos superan hasta ahora los 110 millones de euros, cantidad muy similar al promedio en los últimos cuatro años de las ayudas del Estado a toda la producción cinematográfica. La cultura nos hace más libres y mejores. Además, por cierto, en el sector cultural trabajan en España unas 700.000 personas.
Publicado en Heraldo de Aragón el 8 de abril de 2024