“A la gente de la cultura no nos gusta una cultura basada en First Dates y similares. A la gente de la cultura no nos gusta que la alcaldesa se encarame, en el marco del Teatro Principal, en un dragón blanco para hacer el más ridículo y rancio populismo.”
Sara Fernández, Consejera de Cultura, Educación y Turismo del Ayuntamiento zaragozano, ha afirmado (Heraldo de Aragón, 1-4-2024) que “la cultura es un derecho, pero es un derecho que tenemos todos, y lo que no vamos a admitir, es poner los equipamientos municipales culturales al servicio del activismo político”. No cuadra bien con lo que dice en el mismo artículo: “por parte del Partido Popular tenemos un modelo cultural muy diferente al modelo que tienen los partidos de izquierdas”. O una cosa o la otra.
Sara Fernández sabe perfectamente que la mayoría de la gente de la cultura no estamos afiliados a ningún partido político. El sector de la cultura sabe muy bien que debe sobrevivir tanto cuando gobiernan unos como cuando gobiernan otros. Comemos de eso y lo más importante de esta vida es tener un plato de comida sobre la mesa. Velázquez pintaba para la monarquía y Zurbarán para la Iglesia. Goya lo hizo para ambas, pero también produjo una parte sustancial de su obra para sí mismo y para criticar unos modelos y formas sociales que eran escandalosas. Admirables todas ellas, son esa parte suya la que más lo ha configurado como un genio universal.
La cultura se ilustró durante siglos en aquellos que la pagaban. La pintura, el teatro y la novela sólo hablaban de salones aristocráticos, de virtudes religiosas, de pasiones entre nobles (a veces con algún lacayo, que acababa indefectiblemente decapitado) y de retratos de militares y conquistas. Salvo Goya, y otros, la cultura retrataba el modelo que agradaba al poder, que era quien les sufragaba. Poco a poco las gentes de la cultura empezaron a ver a la gente que pululaba por las calles, a exponer el drama de unas vidas condenadas a la nada y la sumisión. Tanto bajo gobiernos autoritarios de derechas, como de izquierdas. Kafka entendió ciertas cosas, Valle-Inclán también, lo mismo que Milan Kundera.
Estoy seguro que Sara Fernández, mujer trabajadora donde las haya, también entiende ciertas cosas. Que los sectores populares desean acceder a una cultura engendrada entre ellos y no a una cultura que se les sirve como pasto ganadero. A la gente de la cultura no nos gusta una cultura basada en First Dates y similares. A la gente de la cultura no nos gusta que la alcaldesa se encarame, en el marco del Teatro Principal, en un dragón blanco para hacer el más ridículo y rancio populismo. El PP ha de conocer cuál es su modelo cultural (puede fijarse en modelos culturales de otras derechas europeas) y no dejarse infectar por la estupidez alienante o por el arcaico y neofascista modelo cultural de la extrema derecha del señor Alejandro Nolasco. Ya sé que no es fácil sobrevivir en el marasmo que vivimos, pero, por favor, no confunda el culo con las témporas. No se sume a sumar, si así lo desea, pero tampoco acabe enredada con aquellos que solo pretenden restar.
No menospreciéis, y no seréis menospreciados, quizá.
Adolfo Ayuso Roy
“Criticar los éxitos conduce al fracaso. Los éxitos se aplauden si los aplaude una mayoría de gente, con más razón si, como dicen, no cuestan nada. Natalia Chueca, además de sonreír, tiene oídos para escuchar a gente que le propone cosas que no cuestan nada y favorecen su imagen y la de su partido.”
No voy a hablar de la boda matritense, sino del césped de la plaza del Pilar. Voy a hablar y reflexionar.
Fue un éxito la colocación en la plaza de los 21 rinocerontes de tamaño natural del cubano Roberto Fabelo. Con un mensaje extraño del rinoceronte rojo que miraba en dirección opuesta a la manada. Fabelo llamaba a su instalación “Liderazgo”, todo un guiño. La pagó Ibercaja, que todos sabemos tiene algo de PP y de Heraldo en su corazón.
Y un éxito está siendo esa inundación de césped en la plaza que es ombligo central de la ciudad. La gente se sienta, se acuesta y asiste a las evoluciones de los zancos de K de Calle vestidos de hombres-árboles. La alcaldesa Chueca se sienta también y sonríe feliz. Sabe que tiene punch y sonríe primaveralmente. Enseguida ha filtrado que el ayuntamiento no ha pagado nada, que es un regalo de la empresa Mondo Tufting y, que además, será reutilizado.
Criticar los éxitos conduce al fracaso. Los éxitos se aplauden si los aplaude una mayoría de gente, con más razón si, como dicen, no cuestan nada. Natalia Chueca, además de sonreír, tiene oídos para escuchar a gente que le propone cosas que no cuestan nada y favorecen su imagen y la de su partido. Subida al dragón de la Historria Interminable hizo el ridículo, pero sentada en el césped comienza a trasmitir triunfo primaveral. Y eso cotiza en las urnas.
Como será un éxito el que Nahiara Moreno y Juanjo Bona, ganadores de un alienante concurso llamado Operación Triunfo, lancen el pregón del Pilar 2024. Pregoneros ha habido de más calidad: Ildefonso Manuel Gil (1980), Antonio Saura (1984), Javier Tomeo (1989), Soledad Puértolas (1990), Enrique Bunbury (2002), Amaral (2006), José Antonio Labordeta (2009). La gente ya no sabe quién fue Javier Tomeo y dudan sobre quién escribió El canto a la libertad, pero a estos chicos de OT sí los conocen.
Voy a terminar, lo siento, hablando de la boda. Nuestro presidente, Jorge Azcón, ha acudido luciendo una corbata de la marca aragonesa “Jaspe Original”, con pequeñas Vírgenes del Pilar sobre fondo azul. Y su esposa, Ana Blasco, con un vestido largo rojo del aragonés Ángel Lecumberri. Ya han salido, sonrientes, en Instagram. ¿Sabéis?, o dejamos de gruñir o lo llevamos crudo. ¿Sabéis eso de la “batalla cultural”?, pues la estamos perdiendo. Lo de la Imaginación al poder es un canto de sirena que se lanzó en mayo del 68. Ahora, mayo, vuelve a ser el mes de las flores a María, que madre nuestra es.