“No me malinterpreten, pero el manoseo de nuestros gobernantes de la cosa goyesca comienza a ser cargante (hasta quieren cambiar el nombre de la estación de Delicias por el de… Goya, claro). El presidente Azcón sigue con la matraca de “posicionar a Aragón a través de Goya”. Mal asunto, pues Don Paco ya está más que situado en el mundo mundial a través de sus obras y no sé qué podemos ofrecer al Universo para ese supuesto posicionamiento aragonés”.

 

El compañero periodista (como habría dicho Pedro Olloqui en su época de marxista exquisito, antes de convertirse en un señor de derechas) que dio en HDA la noticia de que se montará un museo Goya en los antiguos juzgados de la capital del Ebro se dejó llevar por el entusiasmo: “Zaragoza tendrá una isla de los museos como Berlín, o un paseo del arte como Madrid”. Buen intento, camarada, pero lamentablemente no estamos en la ciudad de los prodigios, sino en la de los milagros. Un museo (llámenlo como quieran) Goya en el edificio proyectado a finales de los años 50 por el arquitecto Regino Borobio, y un espacio inmersivo, también Goyesco (les recuerdo que ya en la pasada legislatura, contra la intención municipal de trastocar goyescamente la Lonja propuse un museo de ese tipo en la Expo), en la iglesia de San Juan de los Panetes es el nuevo proyecto que Ayuntamiento y Gobierno de Aragón quieren colocar al lado del Alma Mater, el Museo de Tapices, el fluvial, el Pilarista, el joyero de la Virgen… Ja (afirmación en alemán), pero de ahí a la isla berlinesa…

No me malinterpreten, pero el manoseo de nuestros gobernantes de la cosa goyesca comienza a ser cargante (hasta quieren cambiar el nombre de la estación de Delicias por el de… Goya, claro). El presidente Azcón sigue con la matraca de “posicionar a Aragón a través de Goya”. Mal asunto, pues Don Paco ya está más que situado en el mundo mundial a través de sus obras y no sé qué podemos ofrecer al Universo para ese supuesto posicionamiento aragonés. El presidente va más allá, y en una exégesis que para sí la quisieran los estudiosos más despiertos del legado del pintor de Fuendetodos dice que “nada en el pintor se entiende si se obvia que es aragonés”. Y en una de jotas de picadillos, la alcaldesa Chueca responde: “Zaragoza no se entiende sin Goya, ni Goya sin Zaragoza”. Y el Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar, chispún. A Zaragoza no la entiende ni la madre que la parió y a Goya se le comprende en todo el orbe sin preguntar de dónde es. Bien, vayamos al museo.

¿Cómo lo llenamos? Con las obras de Goya y de sus contemporáneos que se conservan en el Museo de Zaragoza. Pregunto: si esas obras no nos han puesto en el mapa (siguiendo la cansina retórica de nuestros próceres, claro), ¿lo harán solo por el hecho de cambiar de lugar? Porque, por mucho que Ayuntamiento y Gobierno pidan ayuda a Perro Sánchez el amnistiador, el Prado no va a soltar sus goyas para pasearlos por la ribera del río como si esto fuera la pradera de San Isidro. Así que nos quedaremos con lo que ya tenemos, más el asunto inmersivo de los Panetes. No parece gran cosa. Esperaremos noticias. Pero hay un detalle que no quiero pasar por alto, y es que el Partido Popular se ha empeñado en articular la cultura y el turismo en torno al Pilar. Mejor, en torno a la Virgen, por si cae algún milagro. Ya puestos, que hagan la carísima nueva Romareda en la plaza del Pilar, y también las vaquillas, y así damos gusto (¿más?) a Vox, que quiere astados trotando por las calles de la city. ¿Qué hay de la descentralización, de dar vida a otras zonas de la ciudad, de desligar lo religioso de lo profano, de…? Nada de nada. Todo el mundo a la plaza, como si fuera la Roja de Moscú. Y para redondear la jugada, pedimos que la Basílica sea declarada Patrimonio de la Humanidad. ¡Venga baile, venga fiesta. Y hasta que se rompa el suelo!

Total, que mucho Goya arriba y abajo (no olviden que Ibercaja tiene su propio Museo Goya, que abrió en 2015 a la vista de que las promesas del Gobierno Aragonés, socialista, de la primera mitad de la década no arrancaban), pero al final la cacareada plaza del Pilar es un mercado persa con leones de plástico (pobre Francisco Rallo) ataviados con collares florales, césped artificial y otros fuegos de artificio. Hasta que se produzca el milagro, espero, y Goya haga su segunda venida y pinte la fachada de la basílica (el Coreto está muy alto y no se disfruta a simple vista). Será entonces cuando Azcón será investido rey de la nueva Corona de Aragón (ya ha ensayado la ceremonia en La Seo con la Princesa de Asturias) y Natalia Chueca, nombrada florista mayor del nuevo reino.

Y hablando de Chueca y su aversión a los espacios no pilaristas: se ha cargado, deshojando una rosa, el programa musical Al raso (adiós a los conciertos en el estupendo Jardín de Invierno) y lo ha dejado en na, con un par de bolos en la plaza de San Bruno (al lado del Pilar, claro), y prácticamente ha retirado la subvención al Festival de Flamenco, haciendo imposible su ejecución. Otros desmanes ya los he comentado en anteriores artículos. Y hablando de Azcón (de su Gobierno, mejor). Ahí tenemos, también metido en trapisondas goyescas a su Director General de Cultura, tovarich Olloqui, hombre sorprendente donde los haya. No hace mucho, inaugurando un simulacro de exposición sobre bibliografía goyesca felicitó a la comisaria de la muestrecilla diciéndole que le había quedado “muy coqueta”. Literal, como dicen los adolescentes. Poco después se metió en un jardín de cardos comparando el IAACC Pablo Serrano, de Zaragoza, con el Guggenheim bilbaíno. ¿Había necesidad de este alarde baturro, teniendo en cuenta las diferencias conceptuales de cada uno de esos dos museos? Y recientemente, en una mesa redonda en el festival El Bosque Sonoro, tras afirmar con festiva rotundidad que en Aragón somos la leche de modernos, metió en el saco de los artistas de esta tierra al barcelonés Antoni Tàpies. Y se quedó más fresco que una begonia Chueca. Somos tan modernos que cerramos festivales y espacios culturales, pero Olloqui no tiene empacho en afirmar que “en Huesca, en todo Aragón, estamos viviendo una etapa de esplendor de la cultura”. Solo le faltó decir que tal cual la República de Weimar.

De manera que, visto el panorama global, no sé si necesitamos que Goya nos proyecte en la galaxia. Interpreto más efectivo mandar nosotros, en uno de esos cohetes que tan bien fabrica la empresa ilicitana PLD Space, a unos cuantos próceres hacia el lunático mar de la tranquilidad.