“… quizá llegó a soñar durante unos minutos con la idea de que sus agricultores le buscaban a él en La Aljafería para aclamarle, para invitarle a que les brindara una nueva soflama incendiaria.”
“Soy de los vuestros, gilipollas”, gritaba John McClane cuando el FBI le disparaba desde un helicóptero, en una escena de “La jungla de cristal”. Creo que debió sentirse un poco McClane el consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón, Ángel Samper (Vox), al contemplar cómo los suyos cercaban el palacio de La Aljafería, se enfrentaban a efectivos de la Policía Nacional e insultaban a los políticos, incluido Samper. Él, que hace unos días incitaba a los agricultores a mantener la tensión de sus protestas y que les arengaba para ir a piñón fijo, todos unidos, quizá llegó a soñar durante unos minutos con la idea de que sus agricultores le buscaban a él en La Aljafería para aclamarle, para invitarle a que les brindara una nueva soflama incendiaria, como hizo en una carretera a Valdealgorfa.
Pero fueron muchos los que también le insultaron a él, le llamaron vendido, traidor y otras lindezas en directo y en redes sociales. Y Samper tuvo que recular. Él no quería la violencia ni los insultos.
Sin embargo, lo que está haciendo el consejero (agitar y luego acallar, enardecer y luego calmar) es de una temeridad absoluta. Es como azuzar a un perro para que sea agresivo y luego lamentar que muerda a medio barrio. Se podría entender si aún fuera secretario general de Asaja, una de las organizaciones agrarias de Aragón. Pero es consejero del Gobierno aragonés. Y por muy poco que tenga en estima al Estado de las Autonomías, su sueldo es de político y le obliga a mantener las formas.
Si no fuera porque tiene cara de buena persona, juraría que este hombre esperaba otra cosa: que los tractores se dirigieran, por ejemplo, a las sedes de los partidos aragoneses de la izquierda, ideología que él combate abiertamente. Pero no, se plantaron ante La Aljafería. Y él es el máximo responsable de la política agrícola y ganadera de esta tierra, así que habrá recibido el mensaje: trabaja ya de una vez por tu tierra y no te quejes tanto del Gobierno central, de los ecologistas y de la Unión Europea.
Lo curioso de todo es que las políticas agrarias de la UE que Vox quiere combatir son defendidas por el bloque conservador y ultra en Bruselas. Así que lo que le pasa a este Samper, en realidad, es que todavía no sabe cuál es su sitio.